Marginalia. Novela desconocida - Contracultura - Literatura Marginal.
Colección Marginalia Infantil y Juvenil
 

MARTA Y SAVANA
Un viaje por los cuatro mundos
S. Trismosin, Splendor Solis. Londres s. XVI.
ESTER TORRELLA YAGÜE

A Hermes, guía y conductor del viaje a través
de los mundos interiores.
A Marta, emisaria de incógnito de las Musas.

MARTA Y SAVANA
Un viaje por los cuatro mundos

Marta era una niña muy alegre y vivaz que vivía con su familia en un pequeño pueblo situado en lo alto de unas lejanas montañas. Cuando cumplió los doce años, sus padres le regalaron una preciosa yegua blanca. Ella amaba mucho a los caballos y hasta donde alcanzaba su memoria, había estado soñando con el día en que podría tener una yegua como aquella, para ella sola. Incluso ya tenía pensado el nombre que le pondría. Le llamaría Savana, le encantaba aquel nombre.

Cuando Marta vio a Savana, unas lágrimas de felicidad se escurrieron por sus mejillas y presa de una repentina agitación nerviosa, sin pensárselo dos veces, dio un gran salto sobre la grupa de la yegua, y en poco tiempo se perdió en la distancia, galopando como si de una experta amazona se tratara.

La niña dedicaba varias horas al día a peinar la blanca crin de la yegua y cepillaba con energía su piel, que lucía sana y lustrosa bajo los rayos del sol.

Marta y Savana, llegaron a ser grandes amigas en muy poco tiempo. Parecía que se conocieran de toda la vida, y su compenetración era tal, que incluso podían leerse el pensamiento. Eran felices sintiendo el contacto de sus cuerpos que subían y bajaban juntos al ritmo del galope y descubriendo nuevos caminos por donde pasear y disfrutar de los paisajes que la naturaleza les ofrecía.

Un día como tantos otros, mientras Marta contemplaba en silencio la belleza de las tranquilas aguas del lago cercano a su pueblo, una idea brillante se coló entre sus pensamientos, iluminando la expresión de su cara.

– Querida Savana, me gustaría saber de qué está hecho todo lo que vemos. ¿Tú me lo podrías explicar?

Savana se puso en marcha mientras meditaba una buena respuesta para aquella inesperada pregunta y cuando creyó que ya la tenía, se paró y le contestó.

– Mira, Marta, todo lo que tus ojos pueden ver, e incluso lo que no pueden ver, está hecho de la combinación de elementos que pertenecen a cuatro mundos: el del agua, el del aire, el del fuego y el de la tierra. En cada uno de ellos viven seres particulares, gobernados por un dios.

– ¿Y tú podrías acompañarme a visitar esos mundos? –le preguntó Marta– Hasta ahora nadie me había hablado de ellos y tengo mucha curiosidad por conocerlos.

– De acuerdo –contestó Savana–, podemos intentarlo. Es una aventura grande y arriesgada esta que me propones. Tendremos que atravesar lugares desconocidos y quién sabe si peligrosos. Quizás tardemos mucho tiempo en regresar a casa. ¿Estás dispuesta a ir a pesar de todo?

– Por supuesto que sí –dijo Marta sin pensárselo dos veces– Tú y yo juntas somos como una sola cosa, me siento segura a tu lado y no tengo ningún miedo.

Savana reflexionó durante unos instantes antes de volver a ponerse en marcha y por fin tomó una decisión.

– De acuerdo querida amiga, empezaremos por sumergirnos en las aguas del lago para visitar el mundo del agua. Túmbate encima de mí y tápate la nariz. Cuando estemos bajo el agua podrás respirar sin ninguna dificultad.

 
 

El Mundo del Agua

 
 
Marginalia
 
 

Portada: S. Trismosín, Splendor Solis, Londres, S. XVI

© Ester Torrella Yagüe, 2009 – Dep. Legal: B-0817-09

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